Puedo sentir cada crujir de la idea en turno diseccionada en el espacio donde solo las ideas pueden ser puestas a consideración: en la mesa de los dos, la realidad que construimos.
Miro alrededor y veo también barreras rotas, una parte de mi mente sale a vagar en pastos nuevos. Sobre las otras barreras, algunas se han consolidado, pero todas pasan lista. Y no están en un lugar eterno. Tienen, por decirlo de una manera poética, su espacio y luego se tienen que mudar a otras tierras, a invadir nuevos corazones e iluminar el paso en otros cerebros a nuevas ideas a su vez.
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