Dibujando mucho. Veía familiaridad en los rostros que dibujaba, muchas veces reconocía que era el suyo. Y sentía que necesitaba hacerlo con mayor frecuencia para vaciar su mente de ella misma y empezar a crear rostros nuevos, productos no sólo de una reproducción de lo ya conocido. Necesitaba poder despejar su mente de lo cotidiano, y las noches las pasaba sobre su cama, con el cuaderno sobre las piernas, línea tras línea, y terminaba con la ropa llena de basura de goma y el filo de la mano manchado de grafito. Dormía luego de pensar en cosas que venían a su mente mientras los dibujos y, por la mañana, sentía que su plan daba resultados ya que las trazas de sueños que recordaba, le indicaban que los layers de imágenes se iban removiendo sin un orden aparente, pero sabía que eso era temporal en lo que se acostumbraba y se implantaba en su cerebro una manera de asimilar lo que pasa en ella. De vez en cuando, pensaba en lo que seguía, salir y dibujar la ciudad, le costaba asimi...