Soy adicta a las grabaciones de sonidos de lluvia. Horas, no importa, puedo escucharlas en un loop infinito. Y cierro los ojos, y juro que puedo oler la tierra mojada, puedo sentir el golpeteo de las gotas sobre mi cuerpo, puedo percibir la sensación de agua en mis pies. Sobre mi rostro. Corriendo por mis manos. Desnuda, o con la ropa pegada a la piel, me veo caminando entre árboles. Buscando cosas, por caminos nuevos, mirando alrededor, estando en un momento donde no importa pasado ni futuro. La lluvia me tranquiliza. Me lleva a un espacio raro, en el que genuinamente nada más cabe. Puedo pensar, sin intención, pero con un interés dirigido. Me da un lugar en el que puedo ser, estoy tranquila. Si mi corazón late, o si mis pulmones respiran, no tiene importancia. Es un sitio en el que todo se da naturalmente. No hay una conciencia per se de la vida, sólo una especie de viaje al que regreso cada vez que cierro los ojos. Apenas escucho, me recorre una sensación de frío por el cuerp...
"¿qué haremos ahora para espantar a los espantosos, aterrorizar a los terroríficos, horripilar a los horripilantes?" Ray Bradbury, El árbol de las brujas