Es confuso. La maraña de estímulos le golpea con intensidad. No importa cuánto se resista, sin importar si da pelea, un cuerpo sobre el que tiene mínimo control dispara los mecanismos para que todos sus sentidos sean capaces de percibir. El horror. Como si sus pensamientos le pertenecieran, alcanza a desear, con su último rasgo de inmortalidad, tener una disminución aguda de algún sentido. Principalmente la vista: deseaba, si es que aún algo gobernaba esta asignación, ser ciego completamente. Pero no. Le fue negada la única oportunidad de hacer razonablemente soportable su paso por esta vida. Todo sería más difícil. Todo sería visible. Su cerebro sería bombardeado con una cantidad absurda de información entre la que tendría que discriminar con base en... Nada. Básicamente, de manera arbitraria. Casi todos terminan haciendo este ejercicio con base en la costumbre. La música, ahí est...
"¿qué haremos ahora para espantar a los espantosos, aterrorizar a los terroríficos, horripilar a los horripilantes?" Ray Bradbury, El árbol de las brujas