Sintió pasar de un estado a otro. De pronto, aquella frágil pequeña que necesitaba encontrar refugio en otros brazos, que pedía ser cuidada y que se procuraba siempre la compañía de otros, miró a esa mujer. Sus ojos de largas pestañas y pupilas claras, miraron fijamente a los ojos grandes, también castaños, de aquella que le encaró y que, con mirada afable, le dijo "Todo va a estar bien". Le tomó su mano pequeña y tibia, inmediatamente el frío desapareció de su mano delgada y visiblemente más grande. A lo lejos, las luces de la ciudad eran pequeñas y lejanas, el camino, jamás volverá a tragarlas.
"¿qué haremos ahora para espantar a los espantosos, aterrorizar a los terroríficos, horripilar a los horripilantes?" Ray Bradbury, El árbol de las brujas