Sabía lo que era asirse con fuerza de la orilla de la alberca, lo que se sentía saltar de una plataforma mientras todos te observan, con los ojos muy abiertos para ver lo que pasa, esperando que los propios instintos hagan lo esperado y así salvar la vida. Sentir el agua cuando penetras con fuerza venciendo la tensión superficial, poniendo en ese salto todo el aplomo y esperando por recompensa el triunfo, que seguirá alimentando esas ganas y que por el contrario, de fallar, podrían lanzarte a las manos extrañas pero siempre dispuestas de la depresión y la derrota, el desgano. Y uno siempre espera que el salto sea afortunado, salir a la superficie y asirse, asirse con fuerza al rebosadero para tomar aire y sentirse un poco más seguro. Ella sabía de ese sentimiento y al verlo lo reconoció: él se asía con fuerza. Y le sonrió, reconociéndolo.
"¿qué haremos ahora para espantar a los espantosos, aterrorizar a los terroríficos, horripilar a los horripilantes?" Ray Bradbury, El árbol de las brujas