Sintió pasar de un estado a otro. De pronto, aquella frágil pequeña que necesitaba encontrar refugio en otros brazos, que pedía ser cuidada y que se procuraba siempre la compañía de otros, miró a esa mujer. Sus ojos de largas pestañas y pupilas claras, miraron fijamente a los ojos grandes, también castaños, de aquella que le encaró y que, con mirada afable, le dijo "Todo va a estar bien".
Le tomó su mano pequeña y tibia, inmediatamente el frío desapareció de su mano delgada y visiblemente más grande.
A lo lejos, las luces de la ciudad eran pequeñas y lejanas, el camino, jamás volverá a tragarlas.
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