Esta semana he estado con una idea en mi mente. Pero no la pensé sobre mí. Condensé una idea sobre alguien, mi conclusión fue que esa persona necesita plantarse en su realidad.
Me pareció una gran idea por la sintonía que sentí con la idea. En mi mente era la conclusión a un problema que por mucho tiempo no había podido identificar y que, de pronto, me daba la respuesta...
Pero ahora, sin la excitación del "¡Eureka!", me estoy preguntando si esa sintonía con la idea no es más que afinidad, sí, pero porque soy yo quién necesita hacerlo. Y me preguntó ¿Soy conciente de mi situación? ¿Estoy plantada en mi realidad? ¡Qué difícil! Y la respuesta me deja pensando...
Pies. Mis pies me han llegado por todo el mundo que conozco. Literal y metafóricamente. Han sido mi único y leal instrumento. Y han sido fieles todo el tiempo, junto al resto de mi cuerpo. Me han cargado, y han padecido mis arranques de vanidad, han soportado mi deseo de verme de cierta forma aunque eso represente incomodidad, dolor. Pero realmente, han jugado bien su papel, más allá de lo esperado, que ya es mucho y más de lo que algunos tienen. Debo cuidar más mi cuerpo, ser más observadora y no retar en aquellas situaciones donde es posible, casi con seguridad, que en un pequeño descuido, el daño sea mayor, doloroso e incapacitante. Si lo pienso, una vez más, fue una gran falta de cuidado. No importa nada más que cuidar nuestro cuerpo.
Comentarios