Un día despiertas y las cosas como Las conocías han desaparecido. El mundo para el que te entrenaron desapareció. No inporta si fue de manera paulatina o abrupta: un día va a caer el peso de esa realidad.
Un día despiertas y estás solo, totalmente solo. Te das cuenta que esto es en serio. Que ojalá hubieras puesto más atención a las técnicas de sobrevivencia, porque en cualquier momento vas a ir a buscar tu vida, tu lugar en esta vida.
Vas a enfrentarte al mundo, sola, sin un apoyo. Y necesitas hacer lo mínimo para mantenerte con vida, y vas a hacer lo necesario para hacer aquello que te gusta.
Un día te vas a dar cuenta que no puedes confiar en tu mente, ¡es falible! Y cuándo quieras dar un paso y no tengas la fuerza ni el equilibrio suficiente te vas a dar cuenta que todo el tiempo alguien más caminó por ti. Alguien más siempre estuvo detrás, como si se tratara de alguien que maneja y tú su títere.
¿De dónde viene la fuerza? ¿Quién dicta las instrucciones? ¿Dónde están?
¿Quién me va a encaminar?
¿Quién me contagió este miedo, esta indecision, este dolor, esta soledad? ¿Cómo llegó a mí? ¿Siempre estuvo ahí? ¿Por qué no puedo seguir mi camino? ¿Cuál es mi camino? ...
A lo largo de la vida (casi un cuarto de siglo), me he dado cuenta de que hay ciertos tópicos que me llaman más la atención y sólo cuando me pongo en plan de "la vida me interesa", capto estas ideas. Así llegó Sean Brennan, Sartre, Marilyn Manson, Osho, Herman Hesse, Hyperion (no están en orden de aparición ni de importancia) y un sinfin que ahora no vienen a mi mente. Muchos de estos escritores y personajes escribiendo sobre cosas oscuras, muchos tomados como charlatanes (y no los defiendo), pero el caso es que, en ellos he encontrado el reflejo de muchos pensamientos. Algunos no encuentran valor, otros son eliminados por ambas partes, otros toman una forma distinta, otros sólo son. Y sea cual sea su destino, tienen un gran valor. Por eso me decido a escribir desde ahora sobre mi tema de exposición del semestre: Ove Arup. Bien, hasta este punto sé muy poco, pero lo suficiente como para encontrar en este hombre un reflejo: Le gustaba y hacía música, cambió de filos...
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