No sé si es una suerte de profesías autocumplidas, pero cada vez más me encuentro en esta situación oscura que jamás hubiera imaginado... No sé cómo llegamos a este punto, cómo hicimos todos para quedar imersos en esta realidad.
Ni siquiera se trata de una realidad material, sino una serie de hechos de la mente. Estamos en un juego mental.
Creo que siempre es así. Cuándo te das cuenta de que las circunstancias son independientemente de las personas, pero que esa atmósfera, esa situación emocional está hecha exclusivamente de las decisiones que cada quien toma; es cuando realmente te preguntas de qué va. De qué va la vida, qué se supone que construimos, a dónde se supone que queremos ir, como humanidad, como país, como sociedad, como familia.
Y te das cuenta que a donde van es a un lugar oscuro, tenebroso, dado por cinco caminos diferentes tratando de encontrar convergencia entre mundos totalmente distintos, imposibles desde el punto de vista de los otros cuatro de dónde no parte el camino.
Es un lugar oscuro.
Y la pregunta es ¿Irás? ¿Te dejarás arrastrar? ¿Seguirás tu propio camino?
Será un camino solitario. Me he dado cuenta de que a pesar de la compañía, hay senderos, mucha parte del camino, que hay que andar en soledad. Y cuando se está solo realmente, y ese estar solitario es una constante, el camino puede volverse una vereda sin fin que lleva a ninguna parte. Es el viaje por el gusto del viaje. No hay paradas a menos que quieras. Pero eres básicamente un fantasma en el camino.
Cuando hay compañía, el transitar esos caminos es un instante a pasar para encontrar del otro lado a aquellos que le dan significado, rumbo, y referencia al viaje. Ya no es una línea recta a ninguna parte. Ya no es una línea recta al infinito...
Nunca imaginé un camino solitario.
Creí que si admitía a un "los demás" ahí estarían siempre.
No es así.
Los demás también pueden convertirse en fantasmas sin mediar palabra con anticipación. Poco a poco se van desvaneciendo, hasta que es imposible tocarlos. Y si uno insiste en considerarlos en su camino, se convierten y convierten las cosas en paradas fantasmas, en soliloquios ante visiones. Y el camino mismo se vuelve invisible. Y la terminal llega a Ninguna Parte.
No me apetece hacer de mi vida un camino fantasma.
Acepté la validez de la vida hace mucho tiempo.
El esfuerzo va mucho más allá de reconocer a los demás. Se trata realmente de un esfuerzo constante para materializar sombras.
Ni siquiera se trata de una realidad material, sino una serie de hechos de la mente. Estamos en un juego mental.
Creo que siempre es así. Cuándo te das cuenta de que las circunstancias son independientemente de las personas, pero que esa atmósfera, esa situación emocional está hecha exclusivamente de las decisiones que cada quien toma; es cuando realmente te preguntas de qué va. De qué va la vida, qué se supone que construimos, a dónde se supone que queremos ir, como humanidad, como país, como sociedad, como familia.
Y te das cuenta que a donde van es a un lugar oscuro, tenebroso, dado por cinco caminos diferentes tratando de encontrar convergencia entre mundos totalmente distintos, imposibles desde el punto de vista de los otros cuatro de dónde no parte el camino.
Es un lugar oscuro.
Y la pregunta es ¿Irás? ¿Te dejarás arrastrar? ¿Seguirás tu propio camino?
Será un camino solitario. Me he dado cuenta de que a pesar de la compañía, hay senderos, mucha parte del camino, que hay que andar en soledad. Y cuando se está solo realmente, y ese estar solitario es una constante, el camino puede volverse una vereda sin fin que lleva a ninguna parte. Es el viaje por el gusto del viaje. No hay paradas a menos que quieras. Pero eres básicamente un fantasma en el camino.
Cuando hay compañía, el transitar esos caminos es un instante a pasar para encontrar del otro lado a aquellos que le dan significado, rumbo, y referencia al viaje. Ya no es una línea recta a ninguna parte. Ya no es una línea recta al infinito...
Nunca imaginé un camino solitario.
Creí que si admitía a un "los demás" ahí estarían siempre.
No es así.
Los demás también pueden convertirse en fantasmas sin mediar palabra con anticipación. Poco a poco se van desvaneciendo, hasta que es imposible tocarlos. Y si uno insiste en considerarlos en su camino, se convierten y convierten las cosas en paradas fantasmas, en soliloquios ante visiones. Y el camino mismo se vuelve invisible. Y la terminal llega a Ninguna Parte.
No me apetece hacer de mi vida un camino fantasma.
Acepté la validez de la vida hace mucho tiempo.
El esfuerzo va mucho más allá de reconocer a los demás. Se trata realmente de un esfuerzo constante para materializar sombras.
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