Es ridícula la manera en que me llené de un algo vacío. Un esfuerzo inútil sobre algo que estaba destinado al fracaso.
Estaba tan enfocada en encontrar algo que funcionara, que mezclé mi energía de vida con un sinsentido.
Quise explicarlo, quise ponerle nombre, pero, su propia naturaleza caótica, fuera de razón, equilibrio, sensatez, simplemente lo alejan demasiado de cualquier cosa comprensible en los términos mundanos o en mi vida.
Quise entenderlo, de verdad, para encontrarme una manera de conversar con el hecho. Pero simplemente fue demasiado. Falta de experiencia? Falta de coherencia en mis acciones? Falta de disciplina? O tal vez, es que ante situaciones de esa naturaleza, hay que aceptar que hay un factor que jamás será comprensible. Y que frente a mi naturaleza controladora, de lógica y claridad, tratar de abrazar situaciones de ese tipo resulta una insensatez.
No todo fue mi culpa. Creo que hay crueldad en el exterior al pedir que simplemente alguien de mis características sólo cierre los ojos. Pedir ese salto en nombre del amor, de todo lo sagrado y bueno, era condenar al dolor. Comprometer mi valía en el mundo, mis convicciones, mis logros... Fue desconocer totalmente la fuente que me hace ser yo.
Ahora, tengo que llenarme de algo distinto. Acepto que comencé vacía, cuestionando mi posición en la vida, buscando desesperadamente algo que me diera sentido. Y a mi paso, encontré cosas maravillosas que quiero que se queden en mi vida. Reencontré mucho que había olvidado, que había hecho callar. Que sólo deje que se apagaran.
Y tengo que sacar eso que no me sirve, aceptar que no sucederá, que mi energía debo emplearla en algo para mi. Suficientes retos tengo con eso.
No quiero el fracaso. No quiero el rechazo. No quiero seguir en ese ciclo.
Necesito espacio y necesito paz de eso.
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