¿Cuándo abandoné mis sueños de oscuridad? Aquella oscuridad que no son tinieblas borrascosas, simplemente el explorar aquel lado del ser humano que ha sido subestimado y que el mundo de "lo malo" ha absorbido sin reclamarlo sólo porque ha sido expulsado de los corazones de los seres humanos que al no entenderle y aceptar una empresa difícil en ello, le han negado interés.
Oscuridad, permeada a una estética que va más allá de la imagen, la música, textos. Si, es un estilo de vida.
Recuerdo cuando abracé, ó me abrazó, aquella oscuridad algodonosa y suave como crema de avellana, no me sentía triste ni me sentía olvidada, no me sentía desolada ni me sentia mal: de hecho, sentía aquel poder que los sueños y sus promesas imprimen al alma humana, me sentía intensa y sentía tanta curiosidad y maravilla ante la gama de sensaciones y conocimientos que iba obteniendo que era, un mundo fantástico al que me encantaba conocer. Adentrarme y regresar.
Y así como escribo esto, viene a mi mente, lentamente, los porqués de la serie de eventos que comenzaron a desviarme de ese camino. Y es que, al regresar de entre las fantasías, no había a quien contarle, a quien mostrarle, a quien llevar. Deseaba, implacable romántica, un alma que deseara con tanto fervor como yo, ir a esos terrenos que prometían mil placeres y mil sueños, recuerdos inolvidables... Y si, creo que el encontrarme con tanta normalidad, con tan poca energía, con tan poco interés, con tanta vacuidad, con tanta negación y con ese puñado de conceptos torcidos y transfigurados de lo que la Oscuridad significaba en los corazones y mentes de las personas, fue minando mis deseos, mis expectativas. Y aquellos viajes comenzaron a volverse un imposible, renuncié a ellos por la incapacidad que se presentaba para compartirlo con alguien más, me solté de aquel abrazo y le negué. Y al negarlo me negué a mi misma. Si bien mi camino no estaba predestinado, ya lo había elegido, ya había elegido el fondo y la forma, tenía un porqué y un motivo.
Sin ello, me quedé si nada. Sin un proceso conciente para dejarle, no tenía nada y aunque las posibilidades eran en apariencia muchas, me era imposible inclinarme por algo que no sentía, que no me hacía vibrar. Fue cuando empezó el veleidoso deambular, entre estaciones de la vida que escupían pasajeros pero que a mí, a mí no me decían mucho.
Mil mentiras dije en nombre de alcanzar un algo que no quería alcanzar, de ahí mi obsesión porque lo menos se mantuviera en una sinceridad absurda e infantil. Mentiras fueron porque no podía creer en ello del todo y todas ellas estriban en cosas que definitivamente, no podía actuar al menos no de manera auténtica, menciono algunas pero ya en su versión positiva: Las personas no tienen ni deben tener gustos definidos. Las personas no responden a estúpidas etiquetas y no tienen porqué ser reconocidas de cierta manera. Todas las personas son buenas/Todas las personas son malas (de acuerdo al clima).
Ahora las versiones en positivo que encuentro verdaderas: Las personas tienen gustos y está bien que los definan y defiendan. Las personas pertenecen a esferas y son parte de algo y está bien que se reconozcan entre si. No todos son buenos, ni todos son malos.
Si, la negación y la frustración me han traido hasta acá, pero es bueno saber que a pesar de todo, lo esencial no ha desaparecido y de todo esto hay algo bueno: aquí sigo. Si bien, muchas de mis actitudes actuales han sido deformadas por esta contradicción en mí y pueden ser vistas como actitudes pasivas, infantiles, desesperadas, locas, paranoicas... es a causa de este choque de prioridades y de fuerzas en mí.
Lo que mi novio traduce como "celos, posesión", es el choque de lo que busco como ideal en una relación, lo extraido de los libros, aquello a lo que aspiro. Un compañero que sin importar qué, comparta conmigo una vida. No tiene que ser de la manera tradicional, no tiene que ser perfecto, sólo tiene que quererlo y quererme, responder a mi amor, no con la misma intensidad, no tiene que ser más, sólo ser sincero y querer lo que quiere, y que yo sea alguien, lo más importante en su vida como él será de la mía. Así renuncié a una vida tranquila que no quiero, así cambio el lugar tranquilo por esa compañía: para compartirlo todo, incluyéndome. Para ir a ese lugar y regresar. Para ser.
Este es el remanso, aquí acaba esa osadía y esa tortura espectacular. Aquí me salgo de un molde que no se si me quede ó sea el mío: no quiero. Aquí tomo posesión de mi vida, de quien soy y de lo que hago. Aquí, devuelvo el abrazo y la "hermosa sonrisa" que dicen y se que tengo a la Oscuridad. Nos exploraremos. Seremos.
Oscuridad, permeada a una estética que va más allá de la imagen, la música, textos. Si, es un estilo de vida.
Recuerdo cuando abracé, ó me abrazó, aquella oscuridad algodonosa y suave como crema de avellana, no me sentía triste ni me sentía olvidada, no me sentía desolada ni me sentia mal: de hecho, sentía aquel poder que los sueños y sus promesas imprimen al alma humana, me sentía intensa y sentía tanta curiosidad y maravilla ante la gama de sensaciones y conocimientos que iba obteniendo que era, un mundo fantástico al que me encantaba conocer. Adentrarme y regresar.
Y así como escribo esto, viene a mi mente, lentamente, los porqués de la serie de eventos que comenzaron a desviarme de ese camino. Y es que, al regresar de entre las fantasías, no había a quien contarle, a quien mostrarle, a quien llevar. Deseaba, implacable romántica, un alma que deseara con tanto fervor como yo, ir a esos terrenos que prometían mil placeres y mil sueños, recuerdos inolvidables... Y si, creo que el encontrarme con tanta normalidad, con tan poca energía, con tan poco interés, con tanta vacuidad, con tanta negación y con ese puñado de conceptos torcidos y transfigurados de lo que la Oscuridad significaba en los corazones y mentes de las personas, fue minando mis deseos, mis expectativas. Y aquellos viajes comenzaron a volverse un imposible, renuncié a ellos por la incapacidad que se presentaba para compartirlo con alguien más, me solté de aquel abrazo y le negué. Y al negarlo me negué a mi misma. Si bien mi camino no estaba predestinado, ya lo había elegido, ya había elegido el fondo y la forma, tenía un porqué y un motivo.
Sin ello, me quedé si nada. Sin un proceso conciente para dejarle, no tenía nada y aunque las posibilidades eran en apariencia muchas, me era imposible inclinarme por algo que no sentía, que no me hacía vibrar. Fue cuando empezó el veleidoso deambular, entre estaciones de la vida que escupían pasajeros pero que a mí, a mí no me decían mucho.
Mil mentiras dije en nombre de alcanzar un algo que no quería alcanzar, de ahí mi obsesión porque lo menos se mantuviera en una sinceridad absurda e infantil. Mentiras fueron porque no podía creer en ello del todo y todas ellas estriban en cosas que definitivamente, no podía actuar al menos no de manera auténtica, menciono algunas pero ya en su versión positiva: Las personas no tienen ni deben tener gustos definidos. Las personas no responden a estúpidas etiquetas y no tienen porqué ser reconocidas de cierta manera. Todas las personas son buenas/Todas las personas son malas (de acuerdo al clima).
Ahora las versiones en positivo que encuentro verdaderas: Las personas tienen gustos y está bien que los definan y defiendan. Las personas pertenecen a esferas y son parte de algo y está bien que se reconozcan entre si. No todos son buenos, ni todos son malos.
Si, la negación y la frustración me han traido hasta acá, pero es bueno saber que a pesar de todo, lo esencial no ha desaparecido y de todo esto hay algo bueno: aquí sigo. Si bien, muchas de mis actitudes actuales han sido deformadas por esta contradicción en mí y pueden ser vistas como actitudes pasivas, infantiles, desesperadas, locas, paranoicas... es a causa de este choque de prioridades y de fuerzas en mí.
Lo que mi novio traduce como "celos, posesión", es el choque de lo que busco como ideal en una relación, lo extraido de los libros, aquello a lo que aspiro. Un compañero que sin importar qué, comparta conmigo una vida. No tiene que ser de la manera tradicional, no tiene que ser perfecto, sólo tiene que quererlo y quererme, responder a mi amor, no con la misma intensidad, no tiene que ser más, sólo ser sincero y querer lo que quiere, y que yo sea alguien, lo más importante en su vida como él será de la mía. Así renuncié a una vida tranquila que no quiero, así cambio el lugar tranquilo por esa compañía: para compartirlo todo, incluyéndome. Para ir a ese lugar y regresar. Para ser.
Este es el remanso, aquí acaba esa osadía y esa tortura espectacular. Aquí me salgo de un molde que no se si me quede ó sea el mío: no quiero. Aquí tomo posesión de mi vida, de quien soy y de lo que hago. Aquí, devuelvo el abrazo y la "hermosa sonrisa" que dicen y se que tengo a la Oscuridad. Nos exploraremos. Seremos.
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