Ir al contenido principal

Gracias

Se que vivimos bajo capas de realidad. Teníamos sobre nosotros una capa de realidad que nos impedía ver más allá de todos los miedos. No podíamos ver las posibilidades.
Tampoco nos dejaba huir.
Era espesa, nebulosa, fría. Jamás era suficiente nuestro calor para entibiarla. Aún entonces, permanecer era reconfortante porque sabíamos que ante tanta tempestad, ante tanta oscuridad, éramos leales a entregar nuestra vida por el bien común.
Ojalá nos hubiéramos dado cuenta que el monstruo ya había sido derrotado. Que no teníamos más que sacar la cabeza para darnos cuenta que ya no estaba ahí la amenaza. Que éramos libres. Que lo habíamos vencido. Que el camino fuera nos deparaba posibilidades absurdas. Que pudimos pasar la noche y sobrevivir para ver un nuevo amanecer...

Pero no lo hicimos. Tardamos mucho.
Para quienes seguimos aquí, en el camino a darnos cuenta de esta nueva realidad que nos forjamos, la opción de quedarnos al lado del camino y contemplar el tiempo perdido, está ahí.

Pero, agradezco que, pese al encierro y el miedo, una cosa siempre se mantuvo latente: ser felices. Y eso es lo que necesito reconocer, que la felicidad existe. Existió dentro, y existe afuera. Que si bien, el perpetuo existencialismo nos puso donde estamos, esa capacidad y esa fuente de vida que nos mantuvo con vida, nos da una nueva perspectiva y otra opción: ser felices.
Buscar esa felicidad. La auténtica.
La que te mantiene vivo en tiempos de frío y oscuridad. La que te mantiene en pie cuando ya te cansaste. La que te alimenta cuando tienes mucha hambre. La que te da la capacidad y el poder de mirarte cuando nadie te mira.
Aquella que hizo maravillas en la noche, y que sólo puede hacer más brillante el día.

Comentarios

Lo que estoy escuchando

  • Infection13 - Dope Stars Inc
  • TheNobodies - Marilyn Manson
  • Juliet - Emilie Autumn

Entradas populares de este blog

Pies. Mis pies me han llegado por todo el mundo que conozco. Literal y metafóricamente. Han sido mi único y leal instrumento. Y han sido fieles todo el tiempo, junto al resto de mi cuerpo. Me han cargado, y han padecido mis arranques de vanidad, han soportado mi deseo de verme de cierta forma aunque eso represente incomodidad, dolor. Pero realmente, han jugado bien su papel, más allá de lo esperado, que ya es mucho y más de lo que algunos tienen. Debo cuidar más mi cuerpo, ser más observadora y no retar en aquellas situaciones donde es posible, casi con seguridad, que en un pequeño descuido, el daño sea mayor, doloroso e incapacitante. Si lo pienso, una vez más, fue una gran falta de cuidado. No importa nada más que cuidar nuestro cuerpo.
No sé si es una suerte de profesías autocumplidas, pero cada vez más me encuentro en esta situación oscura que jamás hubiera imaginado... No sé cómo llegamos a este punto, cómo hicimos todos para quedar imersos en esta realidad. Ni siquiera se trata de una realidad material, sino una serie de hechos de la mente. Estamos en un juego mental. Creo que siempre es así. Cuándo te das cuenta de que las circunstancias son independientemente de las personas, pero que esa atmósfera, esa situación emocional está hecha exclusivamente de las decisiones que cada quien toma; es cuando realmente te preguntas de qué va. De qué va la vida, qué se supone que construimos, a dónde se supone que queremos ir, como humanidad, como país, como sociedad, como familia. Y te das cuenta que a donde van es a un lugar oscuro, tenebroso, dado por cinco caminos diferentes tratando de encontrar convergencia entre mundos totalmente distintos, imposibles desde el punto de vista de los otros cuatro de dónde no parte el
Me gustaría no tener dudas, pero eternamente me cuestiono todo sin llegar a buen puerto. Hay elementos que faltan para una visión real, y mi fe no me parece elemento objetivamente significativo. Cual sería la diferencia entre eso y una mentira que deseo creer. Prefiero las aguas claras, el mundo de las proyecciones racionales y las seguridades que lo construido puede dar. Mucho o poco. No soy un ser humano terminado, no he terminado de aprender, y estoy totalmente segura de que no he terminado con el sufrimiento. Por eso me hundo en estas aguas turbulentas que no aseguran nada, que no tienen referencias claras ni un patrón aparente. Tal vez encuentre la manera de descifrarlas. Tal vez salga muy herida en el proceso. Pero no es como si eso me importe lo suficiente como para pensármelo más. Creo que el ser humano se enfrenta siempre a uno, o tal vez más eventos, cruciales, que ponen en duda todo lo que ha construido. Yo lo hago todo el tiempo, pero este es uno grande que promete gra